He comenzado este 2010 leyendo a Saramago, sus «Cuadernos de Lanzarote (1993-1995)» editado por Alfaguara y prestado de mi amiga Martha…
Como quisiera leer a Saramago en portugués, por la riqueza de su decir, ¡hay tanto que me gusta de lo qué dice y cómo lo dice!
La entrada correspondiente al 24 de julio de 1993 me resultó embriagante, él habla de lo que yo he sentido y no he podido poner en palabras. Aquí va( pág. 102):
» El placer profundo, inefable, que es andar por estos campos desiertos y barridos por el viento, subir un repecho difícil y mirar desde allí arriba el paisaje negro, desértico, desnudarse de la camisa para sentir directamente en la piel la agitación furiosa del aire, y después comprender que no se puede hacer nada más, las hierbas secas, a ras del suelo, estremecen, las nubes rozan por un instante las cumbres de los montes y se apartan en dirección al mar y el espíritu entra en una especie de trance, crece, se dilata, va a estallar de felicidad. ¿Qué más resta, sino llorar?»