Estamos en los días más cortos del año y las noches más largas.
Me acordé de la costumbre de hacer las «fogatas» del día San Juan cuando era chico, con cohetes, triangulitos y petardos. Era la única época del año en que tirabamos cohetes. Por supuesto, algunos vecinos un poco mayores que nosotros, siempre hacían una fogata más grande que nos despertaba una mezcla de admiración y envidia.
He estado haciendo fuego en estos días, quemando hojas y ramas pequeñas. Hace muchooo que no me dedicaba a hacer fuego al aire libre, con placer, ver las llamas y cuidar del fuego. Así fue que me acordé de las fogatas de la niñez( que tampoco fueron tantas), de tardes enteras quemando cardo ruso en un campo, de trabajos con el fuego como purificador y del cansancio que viene luego de hacer y cuidar un buen fuego.
Para las culturas nativas de sudamerica, por ejemplo la aymará, el solsticio de invierno es también el comienzo del año porque el sol comienza un nuevo ciclo. Como nosotros hemos «importado» las celebraciones del hemisferio norte, también festejamos el año nuevo en la epoca del solsticio de invierno del hemisferio norte. Pero no se corresponde con nuestro ciclo natural.
Creo que es bueno que estemos atentos a este proceso de cambio, en que los días comenzarán a alargarse muy despacio y nuestro cuerpo registra el cambio.